Fría, distante, apática, silenciosa y nostálgica son algunas de las aristas que caracterizan la personalidad de mi compañera. Una compañera que se instaló en mi vida, sin permitirme que yo decidiera si quería o no su compañía, y desde ese momento me acompaña en cada día.
Unos años atrás llegó de repente, al principio la convivencia fue difícil, teníamos costumbres distintas y sueños opuestos; pero con el tiempo logré compartir mis tiempos y mis espacios con ella.
Por momento me aferraba a tiempos pasados, añoraba los recuerdos que a mi memoria llegaban, y sentaba a mi lado a la tristeza, por comprender que esos tiempos ya no volverían. Más de una lágrima recorrió mi mejilla… y ella siempre ahí, inmóvil, sin una palabra de aliento, con su personalidad imponente que llenaba mi alma de dolor. No había palabras que expresaran que triste era vivir con ella, no lograba resignarme a su presencia, a su decisión de quedarse en mi vida.
El tiempo pasó y logré comprender que su presencia en mis días, tenía un por qué, un motivo que al principio yo ignoraba; ella me acompañó a reflexionar sobre mi vida, mi persona, mis anhelos, mis sueños…
Hoy, debo agradecerle por todo lo que me permitió crecer, porque sin ella no hubiese sido capaz de lograrlo, también es importante que ella conozca mi decisión, ya no la quiero en mi vida. Quiero dejar atrás días grises y noches solitarias, quiero cambiar tormentas por arcos iris, lágrimas de tristeza por sonrisas y quiero que ese dolor en el centro de mi pecho se transforme en un eterno palpitar.
Ahora quiero decirle adiós a la soledad, ya no quiero su compañía. Basta de atardeceres, si los sueños nacen con cada amanecer, con cada rayo de sol...
Por ello te pido amor, que no tardes mucho tiempo, yo te espero y confío que llegarás. Sólo el calor de tu pasión fundirá las cadenas de mi soledad.
Unos años atrás llegó de repente, al principio la convivencia fue difícil, teníamos costumbres distintas y sueños opuestos; pero con el tiempo logré compartir mis tiempos y mis espacios con ella.
Por momento me aferraba a tiempos pasados, añoraba los recuerdos que a mi memoria llegaban, y sentaba a mi lado a la tristeza, por comprender que esos tiempos ya no volverían. Más de una lágrima recorrió mi mejilla… y ella siempre ahí, inmóvil, sin una palabra de aliento, con su personalidad imponente que llenaba mi alma de dolor. No había palabras que expresaran que triste era vivir con ella, no lograba resignarme a su presencia, a su decisión de quedarse en mi vida.
El tiempo pasó y logré comprender que su presencia en mis días, tenía un por qué, un motivo que al principio yo ignoraba; ella me acompañó a reflexionar sobre mi vida, mi persona, mis anhelos, mis sueños…
Hoy, debo agradecerle por todo lo que me permitió crecer, porque sin ella no hubiese sido capaz de lograrlo, también es importante que ella conozca mi decisión, ya no la quiero en mi vida. Quiero dejar atrás días grises y noches solitarias, quiero cambiar tormentas por arcos iris, lágrimas de tristeza por sonrisas y quiero que ese dolor en el centro de mi pecho se transforme en un eterno palpitar.
Ahora quiero decirle adiós a la soledad, ya no quiero su compañía. Basta de atardeceres, si los sueños nacen con cada amanecer, con cada rayo de sol...
Por ello te pido amor, que no tardes mucho tiempo, yo te espero y confío que llegarás. Sólo el calor de tu pasión fundirá las cadenas de mi soledad.
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